Lo que estás viendo es una formación estalactítica en el techo de hormigón del búnker de Vegarada situado a mayor altitud.
Como se intuye, el agua se filtra por microgrietas. Está cargada de minerales que se concretan en estas formaciones. El proceso comenzó en 1937 y no tiene origen natural, sino que parte de un decreto de agosto de ese año del Consejo Interprovincial de Asturias y León, que desarrollaba una ley del Estado en materia de fortificaciones.
Las construcciones del Frente generan, en algunos casos, microclimas. Lo que trae como consecuencia que sirvan de hábitat a animales, flora y también a elementos generados fundamentalmente por el carbonato cálcico.
Sin duda, el hecho de que estas posiciones defensivas, muy expuestas a la aviación, fueran machacadas por el fuego artillero, habría agrietado el hormigón armado.
La riqueza mineral, y en otros casos, de flora y fauna, recuerda la necesidad de hacer visitas no agresivas a estos vestigios militares; cuya protección depende de la Administración Pública, pero ni Junta ni Diputación han hecho el menor esfuerzo en este sentido.